Psicólogo de «Salvemos una Vida» condena a los suicidas al infierno

José Luis Vales Lara, coordinador de Salvemos una Vida (imagen tomada de un video)

Esta mañana acudí a las oficinas de Salvemos una Vida A.C., organización que busca prevenir el suicidio, y platiqué con un psicólogo (actualización 09-09-2013: recientemente descubrí que su nombre es José Luis Vales Lara), la persona que estaba a cargo del local en el momento.

Le comenté al señor que deseaba donarles mi canal de Twitter (@NotiMeridaMx) debido a que en la última semana una persona muy, muy cercana a mí se suicidó y otra lo intentó. El individuo me preguntó cuál era mi religión, le dije que soy católico no practicante, y me aseguró que los suicidas van al infierno, al menos en el 99 por ciento de los casos (supongo que Dios se lo dijo ya que, si existe, esas decisiones dependen sólo de él).

Sea o no verdad, él no lo sabe, y no es apropiado decírselo a los seres queridos del suicida. Además se sabe ahora que quienes toman esa decisión muy rara vez están en pleno uso de sus facultades mentales y ahora la Iglesia acepta oficiar misas por suicidas (cosa que no se hacía hace unas décadas) y pedir por ellos. Ahora se comprende un poco más sobre el tema.

En ese momento supe que ya no les quería dar mi canal ni mi tiempo. Desde que este sujeto, que cuando lo cuestioné dijo pomposamente que ha sido catedrático desde hace 40 años, mezcle la psicología y la religión de manera tan juiciosa, descarada y desvergonzada me queda claro que al darles mi twitter estaría ayudando a la gente equivocada. Espero él no represente el sentir de toda la asociación.

Pero le di una oportunidad -porque no soy paciente pero intento serlo- de seguir hablando. Se puso a decir que las etapas del duelo que todo dolor se puede superar por completo y demás cosas y a cuestionar chocantemente mi sentir sobre otra pérdida reciente.

Como yo fui a ofrecer mi ayuda y no a recibir dizque terapia de 5 pesos por parte de un inquisidor del siglo XIX le dije que nuestras visiones son diferentes y agarré y me retiré.

Creo en prevenir el suicido, en tenderle una mano a quienes están sufriendo tanto que quieren acabar su vida.

No creo que el mundo sea un lugar de arcoíris, cachorritos, caramelos y unicornios. La vida es dura, violenta, filosa, cambiante, dolorosa y el sufrimiento inevitable, pero hay momentos, muchos momentos, de felicidad. Y si queremos a alguien y alguien nos quiere lo peor que podemos hacerle a esa persona es suicidarnos.

El dolor que sentimos no se extingue con nuestro suicidio, ya que eso equivale a agarrar, multiplicarlo y repartirlo, y dejar horrorizada de paso a un montón de gente.

Así que yo no me voy a suicidar porque el mundo sea hermoso, sino porque es un asco, y no quiero hacerlo más asqueroso para la gente a la que aprecio.

Si conocen alguna otra asociación que busque ayudar a los suicidas sin hablarle a los amigos y familiares de éstos de cómo están ardiendo en el infierno, no duden en informarme. Con gusto les ayudaré.